
A principios de 2020 uno de los principales distribuidores del Mercado Central llegó a nosotros con una necesidad puntual: necesitaba tecnología para su operatoria diaria. El cliente había leído sobre Transformación digital, y aunque pensó (erróneamente) que su negocio no sería propicio, igualmente se animó y nos llamó.
Se trató de un gran desafío para ambas partes. Por un lado, ellos llevaban más de 30 años trabajando siempre de la misma forma: con lapiz, papel y calculadora. Animarse a cambiar ese paradigma significó migrar toda su estructura de raíz.
Para nosotros también se trató de un incordio, ya que las ideas o supuestos que uno podía llegar a tener en su cabeza, poco tenían que ver con la realidad. La verdad es que pocas veces uno es consciente del inmenso trabajo que hay detrás de ese kilo de papas o ese atado de espinaca que uno compra en la verdulería de barrio.
El cliente ahora nos reconoce que no sabe cómo hacía antes del sistema para controlar lo que pasaba en su negocio.
Por suerte, y no sin un gran compromiso de todos los involucrados, el proyecto continuó y se completó de la forma más satisfactoria posible: con el cliente agradecido y motivado por esta incursión en la tecnología, y con nuestro equipo admirando el trabajo que se lleva a diario en el Mercado Central.